viernes, 1 de junio de 2012

Ninotchka

    El privilegio de cualquier viaje reside de alguna manera en la compañía de todos aquellos navegantes que se unen a tenor de los descubrimientos, ensamblados por el afán de contemplar el amanecer de las nuevas emociones. Nuestro viaje comenzó y continúa en París, volveremos a la estación para dar la bienvenida a una nueva pasajera que se reúne con nosotros ausente de equipaje, desconociendo aun que su maleta vacía pronto será colmada de todo cuanto necesita aprender, y de todo cuanto a su vez puede enseñarnos.

     Ninotchka, Yvanovna Yakushova, contempló por primera vez los paisajes parisinos a través de su mirada pétrea, esa mirada que amuralla los perfectos trazos de un rostro que se impone infranqueable como una fortaleza. Ninotchka contempló el París de luces y sombras que se recuesta cada noche bajo la torre Eiffel, caminó hasta Montparnasse y Montmartre, pero los azules zafiros que ocupan las cuencas de su gélido rostro, yacen opacos en su tez nívea, yacen inertes, insensibles, despojados de su inherente propiedad de brillar al reflejo de la luz.

     El corazón de Ninotchka camina entre los gruesos muros construidos de ideales y convicciones sociopolíticas, sistematiza sus pensamientos y emociones, ordena y calcula todo aquello cuanto ve o descubre, racionaliza la belleza, rigidiza la espontaneidad ,resolviendo los sentimientos como si de una ecuación matemática se tratase. Pero hasta Ninotchka olvida que la vida no es una ecuación perfecta, que a menudo, es demasiado difícil hallar los parámetros que consiguen resolverla, Ninotchka parece haber olvidado que la ecuación de la vida suele tender a infinito.

     Nuestra protagonista aprenderá durante este viaje que ninguna ideología o convicción se sustenta arrebatándole al alma su privilegio de ser libre, que al desechar las emociones volvemos la espalda a la autentica naturaleza del ser humano. Ninotchka descubrirá que los verdaderos muros que la encarcelan, tal vez no sean más que la belleza que al desesperar entre barrotes, anhela sentirse libre. Descubrirá que es vulnerable a la ternura, frágil ante la seducción, traviesa y entrañable en un juego de caricias desprovista de las ecuaciones que de forma lógica resuelvan las repentinas sensaciones, porque por primera vez Ninotchka cumplirá con la más importante de sus misiones, con el primero de sus deberes: “El deber, la misión de vivir”.

     Ninotchka aprenderá la más importante de las lecciones:” que la vida es esa eterna lección que nunca se perfecciona”, que en ocasiones la razón nos conduce a la sinrazón, que en el desorden  a veces hallamos el equilibrio, que los errores pueden ser el comienzo de un gran logro, y que la libertad emocional puede hacer triunfar a los hombres alcanzando metas maravillosas.

     Ninotchka  comprará lo que una vez consideró un ridículo sombrero, Ninotchka optará por la derrota y sucumbirá al poder de las doce en punto, vencida por la música de fondo, por la noche de París, por el amor y la pasión desconocidos hasta entonces. Descubrirá el dolor y la felicidad que provoca sentir, que provoca enamorarse de una ciudad, de un hombre o de un vestido. Se enfrentará al reto de las nostalgias, de la añoranza y de los recuerdos, hallando al fin la autentica libertad. Porque Ninotchka nos enseñará que la ardua tarea de vivir se simplifica en el propósito de sentir…Porque tal vez quién jamás haya sido derrotado alguna noche por un beso, o haya sentido el escozor de la nostalgia, de la tristeza y del dolor, no habrá sentido jamás el triunfo de la felicidad, de la alegría y del despertar. Porque tal vez, quién no haya liberado su lágrima ni derramado su risa, no habrá podido sentirse vivo del todo.

     Ninotchka ¡vivirá¡ revolverá y desordenará sus sentimientos, permitiendo que el caos entre en su fortaleza, y cuando nada quede más que vivir el momento, Ninotchka reirá y reirá, y reiremos junto a ella en una de las grandes obras maestras de todos los tiempos.

    La comedia de la vida, divertida, ingeniosa, entrañable, inolvidable…Ninotchka, Ivanovna Yakushova…Greta Garbo “La divina”.

     A Raquel y a Pilar, que derribaron los muros. A todas las Ninotchkas, a todos mis pasajeros.



Ninotchka (1939) Greta Garbo “La divina”.



-          Ninotchka: A mi solo me interesa la distancia mas corta entre estos dos puntos. ¿Es necesario que flirtee?

-          León: No estoy obligado, pero lo hallo natural.

-          Ninotchka: Absténgase

-          León: Lo intentaré.

-          Ninotchka: ¿Querría usted decirme si su acercamiento a mi es propio de la moral de este país?

-          León: Este acercamiento es el que ha hecho de París lo que es.




-          Ninotchka: ¿A qué mezclar conceptos falsos? El amor es una denominación romántica dada a un ordinario proceso biológico, mejor dicho, proceso químico, de él se han dicho y escrito muchas tonterías.

-          León: Entiendo ¿Con qué lo sustituye?

-          Ninotchka: Reconozco la existencia de un impulso natural común a todos.

-          León: ¿Qué podría hacer yo para alentar ese impulso en usted?

-          Ninotchka: No necesita hacer nada, químicamente ya simpatizamos bastante.

-          León: Es la criatura más increíble que he visto…Ninotchka, Ninotchka.

-          Ninotchka: Se repite usted.

-          León: (…) Ninotchka voy a confesarle algo, no soñé que experimentara estos sentimientos por un sargento… ¿Oye usted?

-          Ninotchka: Están dando las doce.

-          León: Es medianoche, una manecilla se junta con la otra, se besan, ¿no es maravilloso?

-          Ninotchka: Es como funciona el reloj, ¿qué tiene de maravilloso?

-          León: Ninotchka, es medianoche… ¡Medio país se dedica a hacer el amor a otro medio!

-          Ninotchka: ¿Usted cree que debe ponerse en una situación romántica para aumentar su alegría?

-          León: No se me podría ocurrir otro motivo mejor.

-          Ninotchka: Es falso sentimentalismo.

-          León: ¡Oh! Usted analiza todo hasta disolverlo y me analizaría a mí hasta disolverme, pero no la dejaré. ¡El amor no es tan sencillo Ninotchka! (…) Oh, Ninotchka, estoy seguro de que siente algún síntoma de la divina pasión, un cierto calor en las palmas de sus manos, una lasitud extraña en sus miembros, un ardor en sus labios que no es sed sino algo mil veces mas atormentador que exalta aún mas que la sed. (…) Está bien, combáteme cuanto quieras pero hazlo mañana por la mañana, nada más dulce que compartir un secreto con un enemigo.



-          León: ¿Y la vida que  Ninotchka? ¿los rusos no piensan en la vida? En el momento en que vivimos, el único que realmente es nuestro…Ninotchka, no tome las cosas tan en serio, nada vale la pena. Por favor ríndase, se lo suplico sargento…Sonría.

-          Ninotchka: ¿Qué?

-          León: ¿No sonríe?

-          Ninotchka: ¿Para qué?

-          León: Solo por el gusto de sonreír.

-          Ninotchka: ¿De qué?

-          León: De cualquier cosa, del ridículo espectáculo que es la vida, de que la gente sea tan seria, de que se porte con tanta afectación y exagere su propia importancia, y si no sabe de que reírse, ríase de usted y de mi.

-          Ninotchka: ¿Por qué?

-          León: Porque somos diferentes.




-          León: ¿Recuerdas esto?

-           Ninotchka: No recuerdo haber estado aquí nunca. ¿En quién estarás pensando?...Ah, ya lo se, en la chica del plano, calculando todos sus pasos y preocupada con el norte y con el sur (…)

-          León: ¿Lo ves? La vida es muy sencilla. (…)

-          Ninotchka: Solo son las nueve.

-          León: Es cuando París le dice al otro medio ¿qué plan para esta noche señora?

-          Ninotchka: Primero desearía quitarme el sombrero, luego oír un poco de música.

-          León: Luminosa idea, ¿radio o discos?

-          Ninotchka: No, radio no, música exclusivamente para nosotros.

-          León: Pero la pondré muy bajita porque he de decirte cosas que no se dicen en voz alta.

-          Ninotchka; León quisiera decirte una cosa que jamás hubiera imaginado que yo fuera capaz de decirla porque no creí que llegaría a sentir…Pero no logro decirla.

-          León: Bonita aptitud para un sargento.




-          Ninotchka: ¡Qué dichosa soy! ¡dichosísima! Nadie puede ser tan feliz sin recibir un castigo, y yo seré castigada y lo tendré merecido. León, yo quiero confesar.

-          León: Lo se, es el alma rusa.

-          Ninotchka: Todo el mundo quiere confesar y si no confiesa nos obligan a confesar. Soy una traidora, cuando te di aquel beso traicioné a los ideales rusos, tendrían que ponerme de cara a la pared.

-          León: ¿Eso te haría más feliz?

-          Ninotchka: Muchísimo mas.

-          León: Muy bien



Ninotchka: Ya he purgado mi falta, ahora quiero música (…) Camaradas, pueblo de todo el mundo, la revolución ya está en marcha, y ya lo se, caerán bombas y la civilización se derrumbará, pero todavía no, os lo ruego, esperad, ¿por qué correr tanto?, darnos nuestro momento, que seamos felices…Somos felices, ¿verdad León?



-          Ninotchka: Como dicen ustedes siempre aunque piensen lo contrario, encantada con su visita. Aún no tengo ese grado de civilización de modo que le ruego que se vaya (…).El amor de las personas no puede quitarse, ni el de ciento sesenta millones ni el de una, siempre que se tenga ese amor, y usted no lo tenía, por eso ha venido aquí esta mañana.



-          Los recuerdos no se censuran ¿verdad?




-          León: No me dejaban entrar y te hice salir.


Hemos desordenado la maleta de Ninotchka, esa maleta que aparentemente vacía guardaba mucho más de lo que su peso parecía indicar, y una vez deshecha, entre el caos provocado por los nuevos descubrimientos de nuestra invitada pasajera, hemos hallado un estilo que torna de la sobriedad a la femineidad. El eterno y perfecto tándem “el blanco y negro”, la luz y la sombra, la noche y el día, claridad y oscuridad son los tonos seleccionados en esta ocasión para recibir a Ninotchka. Dos prendas sencillas, una blusa y una falda, ágiles y vaporosas, la imprescindible boina negra que corona el estilo parisino y ese toque masculino en los zapatos que resaltará aún mas la personalidad femenina del conjunto elegido. ¿Un estilo austero quizá? ¿Demasiado sobrio o formal?...No puede que tras el caos hayamos conseguido que la imagen de nuestra querida Ninotchka se convierta en esa eterna imagen parisina, chic, elegante y llena de sensualidad.






















Blusa y falda, ambas de Zara. Boina de H&M. Zapatos de Asos.


Fotografías de Esther realizadas por Raúl Sotillos Alcaraz.


7 comentarios:

  1. Se que he perdido muchos trenes, pero soy feliz porque consegui subir en este. Cada estacion es mejor que la anterior.
    Esther... elegancia al escribir, elegancia al vestir.
    Besos. Yoli.

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  2. Las ecuaciones de la vida, a menudo, por no decir siempre, tienden a infinito... Cuéntas fórmulas matemáticas y físicas rigiendo nuestro entorno! Y sin embargo qué difícil resolver esos otros problemas que son los que de verdad importan: los problemas que plantea el corazón, los problemas que plantea el alma, lo problemas que, en definitiva, nos plantea la vida.
    Subí a este tren en su primer viaje, aquel que nos llevó a la medianoche de París. No he bajado de él desde entonces aunque hasta ahora haya pasado desapercibida en mi asiento.
    Hoy me levanto para agradecer a su maquinista lo maravilloso del viaje. Y meto cosas nuevas en mi maleta que, como la de Ninotchka, parecía bacía cuando salimos de Madrid.
    Te quiero, bruja. No dejes este viaje.

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  3. Vacía. Perdón!. Quién puso la "v" y la "b" tan cerca en el teclado del ordenador? Alguién con mucho sentido del humor, supongo.
    Perdón a las retinas que hayan resultado dañadas de semejante burrada.
    Y buen viaje

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  5. Libertad, que bonita palabra y la vez que dura pero esta actriz siempre la ha reflejado.
    Libertad de sentir , vivir, pensar....
    Bravo cara¡¡ siempre diva como tú insuperable , Esther.
    Dejaré que Paris me abrace en la noche y vivire contigo, en este viaje.....
    Nostalgico sin palabras......

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  6. leerte es arte para la vista, y para el resto de los sentidos, te atrapa y te lleva hasta ese París del que tanto hablas.
    Espero alcanzar el triunfo de la felicidad, que tanto anhelo.. Tengo la maleta vacía, para emprender el viaje contigo y llenarla de todas esas experiencias que nos están esperando.
    Eres única. Eres increible.

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  7. Como me gusta esta segunda parada del viaje, con las prisas me olvide la bufanda en casa así que me tomaré la libertad de comprarme una, bastante ridicula por cierto, pero irá a juego con el ridiculo sombrero de nuestra compañera de tren, aunque quizá sea yo quien vea ridiculo su sombrero ¿y que pensará ella de mi? ¿que llevo unos ridiculos zapatos quizas? El tren ya se ha puesto en marcha y yo ahora solo pienso en la siguiente parada, mientras, la mujer con el ridiculo sombrero no para de reir con su otro compañero de viaje, ¿se reiran de mis ridiculos zapatos o a caso de la vida misma?

    Besos desde el mar del norte.

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