El privilegio de
cualquier viaje reside de alguna manera en la compañía de todos aquellos
navegantes que se unen a tenor de los descubrimientos, ensamblados por el afán
de contemplar el amanecer de las nuevas emociones. Nuestro viaje comenzó y
continúa en París, volveremos a la estación para dar la bienvenida a una nueva
pasajera que se reúne con nosotros ausente de equipaje, desconociendo aun que
su maleta vacía pronto será colmada de todo cuanto necesita aprender, y de todo
cuanto a su vez puede enseñarnos.
La comedia de la vida, divertida, ingeniosa, entrañable, inolvidable…Ninotchka, Ivanovna Yakushova…Greta Garbo “La divina”.
Ninotchka (1939) Greta Garbo “La
divina”.
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Ninotchka:
A mi solo me interesa la distancia mas corta entre estos dos puntos. ¿Es
necesario que flirtee?
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León:
No estoy obligado, pero lo hallo natural.
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Ninotchka:
Absténgase
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León:
Lo intentaré.
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Ninotchka:
¿Querría usted decirme si su acercamiento a mi es propio de la moral de este
país?
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León: Este
acercamiento es el que ha hecho de París lo que es.
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Ninotchka:
¿A qué mezclar conceptos falsos? El amor es una denominación romántica dada a
un ordinario proceso biológico, mejor dicho, proceso químico, de él se han
dicho y escrito muchas tonterías.
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León:
Entiendo ¿Con qué lo sustituye?
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Ninotchka:
Reconozco la existencia de un impulso natural común a todos.
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León:
¿Qué podría hacer yo para alentar ese impulso en usted?
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Ninotchka:
No necesita hacer nada, químicamente ya simpatizamos bastante.
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León:
Es la criatura más increíble que he visto…Ninotchka, Ninotchka.
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Ninotchka:
Se repite usted.
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León:
(…) Ninotchka voy a confesarle algo, no soñé que experimentara estos
sentimientos por un sargento… ¿Oye usted?
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Ninotchka:
Están dando las doce.
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León:
Es medianoche, una manecilla se junta con la otra, se besan, ¿no es
maravilloso?
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Ninotchka:
Es como funciona el reloj, ¿qué tiene de maravilloso?
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León:
Ninotchka, es medianoche… ¡Medio país se dedica a hacer el amor a otro medio!
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Ninotchka:
¿Usted cree que debe ponerse en una situación romántica para aumentar su
alegría?
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León:
No se me podría ocurrir otro motivo mejor.
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Ninotchka:
Es falso sentimentalismo.
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León:
¡Oh! Usted analiza todo hasta disolverlo y me analizaría a mí hasta disolverme,
pero no la dejaré. ¡El amor no es tan sencillo Ninotchka! (…) Oh, Ninotchka,
estoy seguro de que siente algún síntoma de la divina pasión, un cierto calor
en las palmas de sus manos, una lasitud extraña en sus miembros, un ardor en
sus labios que no es sed sino algo mil veces mas atormentador que exalta aún
mas que la sed. (…) Está bien, combáteme cuanto quieras pero hazlo mañana por
la mañana, nada más dulce que compartir un secreto con un enemigo.
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León:
¿Y la vida que Ninotchka? ¿los rusos no
piensan en la vida? En el momento en que vivimos, el único que realmente es
nuestro…Ninotchka, no tome las cosas tan en serio, nada vale la pena. Por favor
ríndase, se lo suplico sargento…Sonría.
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Ninotchka:
¿Qué?
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León:
¿No sonríe?
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Ninotchka:
¿Para qué?
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León:
Solo por el gusto de sonreír.
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Ninotchka:
¿De qué?
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León:
De cualquier cosa, del ridículo espectáculo que es la vida, de que la gente sea
tan seria, de que se porte con tanta afectación y exagere su propia
importancia, y si no sabe de que reírse, ríase de usted y de mi.
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Ninotchka:
¿Por qué?
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León:
Porque somos diferentes.
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León:
¿Recuerdas esto?
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Ninotchka: No recuerdo haber estado aquí
nunca. ¿En quién estarás pensando?...Ah, ya lo se, en la chica del plano,
calculando todos sus pasos y preocupada con el norte y con el sur (…)
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León:
¿Lo ves? La vida es muy sencilla. (…)
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Ninotchka:
Solo son las nueve.
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León:
Es cuando París le dice al otro medio ¿qué plan para esta noche señora?
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Ninotchka:
Primero desearía quitarme el sombrero, luego oír un poco de música.
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León:
Luminosa idea, ¿radio o discos?
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Ninotchka:
No, radio no, música exclusivamente para nosotros.
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León:
Pero la pondré muy bajita porque he de decirte cosas que no se dicen en voz
alta.
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Ninotchka;
León quisiera decirte una cosa que jamás hubiera imaginado que yo fuera capaz
de decirla porque no creí que llegaría a sentir…Pero no logro decirla.
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León:
Bonita aptitud para un sargento.
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Ninotchka:
¡Qué dichosa soy! ¡dichosísima! Nadie puede ser tan feliz sin recibir un
castigo, y yo seré castigada y lo tendré merecido. León, yo quiero confesar.
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León:
Lo se, es el alma rusa.
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Ninotchka:
Todo el mundo quiere confesar y si no confiesa nos obligan a confesar. Soy una
traidora, cuando te di aquel beso traicioné a los ideales rusos, tendrían que
ponerme de cara a la pared.
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León:
¿Eso te haría más feliz?
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Ninotchka:
Muchísimo mas.
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León:
Muy bien
Ninotchka:
Ya he purgado mi falta, ahora quiero música (…) Camaradas, pueblo de todo el mundo,
la revolución ya está en marcha, y ya lo se, caerán bombas y la civilización se
derrumbará, pero todavía no, os lo ruego, esperad, ¿por qué correr tanto?,
darnos nuestro momento, que seamos felices…Somos felices, ¿verdad León?
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Ninotchka:
Como dicen ustedes siempre aunque piensen lo contrario, encantada con su
visita. Aún no tengo ese grado de civilización de modo que le ruego que se vaya
(…).El amor de las personas no puede quitarse, ni el de ciento sesenta millones
ni el de una, siempre que se tenga ese amor, y usted no lo tenía, por eso ha
venido aquí esta mañana.
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Los
recuerdos no se censuran ¿verdad?
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León:
No me dejaban entrar y te hice salir.
Hemos desordenado
la maleta de Ninotchka, esa maleta que aparentemente vacía guardaba mucho más
de lo que su peso parecía indicar, y una vez deshecha, entre el caos provocado
por los nuevos descubrimientos de nuestra invitada pasajera, hemos hallado un
estilo que torna de la sobriedad a la femineidad. El eterno y perfecto tándem
“el blanco y negro”, la luz y la sombra, la noche y el día, claridad y
oscuridad son los tonos seleccionados en esta ocasión para recibir a Ninotchka.
Dos prendas sencillas, una blusa y una falda, ágiles y vaporosas, la
imprescindible boina negra que corona el estilo parisino y ese toque masculino
en los zapatos que resaltará aún mas la personalidad femenina del conjunto
elegido. ¿Un estilo austero quizá? ¿Demasiado sobrio o formal?...No puede que
tras el caos hayamos conseguido que la imagen de nuestra querida Ninotchka se
convierta en esa eterna imagen parisina, chic, elegante y llena de sensualidad.
Blusa y falda,
ambas de Zara. Boina de H&M. Zapatos de Asos.
Fotografías de
Esther realizadas por Raúl Sotillos Alcaraz.
Se que he perdido muchos trenes, pero soy feliz porque consegui subir en este. Cada estacion es mejor que la anterior.
ResponderEliminarEsther... elegancia al escribir, elegancia al vestir.
Besos. Yoli.
Las ecuaciones de la vida, a menudo, por no decir siempre, tienden a infinito... Cuéntas fórmulas matemáticas y físicas rigiendo nuestro entorno! Y sin embargo qué difícil resolver esos otros problemas que son los que de verdad importan: los problemas que plantea el corazón, los problemas que plantea el alma, lo problemas que, en definitiva, nos plantea la vida.
ResponderEliminarSubí a este tren en su primer viaje, aquel que nos llevó a la medianoche de París. No he bajado de él desde entonces aunque hasta ahora haya pasado desapercibida en mi asiento.
Hoy me levanto para agradecer a su maquinista lo maravilloso del viaje. Y meto cosas nuevas en mi maleta que, como la de Ninotchka, parecía bacía cuando salimos de Madrid.
Te quiero, bruja. No dejes este viaje.
Vacía. Perdón!. Quién puso la "v" y la "b" tan cerca en el teclado del ordenador? Alguién con mucho sentido del humor, supongo.
ResponderEliminarPerdón a las retinas que hayan resultado dañadas de semejante burrada.
Y buen viaje
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLibertad, que bonita palabra y la vez que dura pero esta actriz siempre la ha reflejado.
ResponderEliminarLibertad de sentir , vivir, pensar....
Bravo cara¡¡ siempre diva como tú insuperable , Esther.
Dejaré que Paris me abrace en la noche y vivire contigo, en este viaje.....
Nostalgico sin palabras......
leerte es arte para la vista, y para el resto de los sentidos, te atrapa y te lleva hasta ese París del que tanto hablas.
ResponderEliminarEspero alcanzar el triunfo de la felicidad, que tanto anhelo.. Tengo la maleta vacía, para emprender el viaje contigo y llenarla de todas esas experiencias que nos están esperando.
Eres única. Eres increible.
Como me gusta esta segunda parada del viaje, con las prisas me olvide la bufanda en casa así que me tomaré la libertad de comprarme una, bastante ridicula por cierto, pero irá a juego con el ridiculo sombrero de nuestra compañera de tren, aunque quizá sea yo quien vea ridiculo su sombrero ¿y que pensará ella de mi? ¿que llevo unos ridiculos zapatos quizas? El tren ya se ha puesto en marcha y yo ahora solo pienso en la siguiente parada, mientras, la mujer con el ridiculo sombrero no para de reir con su otro compañero de viaje, ¿se reiran de mis ridiculos zapatos o a caso de la vida misma?
ResponderEliminarBesos desde el mar del norte.