Acaricio una vez más el liviano velo que tejen las horas hasta rozar el arañazo que me permita deshilachar el tiempo, y escabullirme de nuevo entre las fisuras de la mente, impaciente por descubrir la estación que nos aguarda tras burlar esa ecuación blindada que une el espacio y el tiempo.
Tras la grieta, una puesta de sol, el cielo cobrizo y la llanura ambarina se extienden sobre el ocaso africano, en los dominios del silencio es aun más nítida la respiración del viento, y a su merced, entre murmullos, retroceden las ramas y las sombras e impera la voz de un latido. Bienvenidos a África. Tras la grieta late el corazón del mundo.
Karen aguarda paciente el encuentro, desde la lejanía, ya adentrados en las lindes de su granja se presiente su silueta recostada en la butaca y sus ojos a punto de quebrantarse, vidriosos y enrojecidos por el ardor de los recuerdos peinan la extensa llanura en busca de las palabras y de los versos sembrados entre los surcos. Karen nos esperaba, dueña de la certeza de que todos nosotros más tarde o más temprano buscamos nuestro propio relato.
En este lugar, en
un rincón de África, Karen descifró el enigma de las letras encriptadas, impresas
y encadenadas a los tejidos del alma, el enigma de la soledad de las palabras
despojadas de su voz, el gemir de los renglones desprendidos por los azotes del
viento, de un viento invencible que a la par de la voracidad del tiempo, todo
arrasa y todo devora.
Nos hallamos frente
al misterio de los paisajes ajenos, de un cielo por descubrir y de la polvareda
del camino que jamás antes recorrimos, y postrados ante la madre naturaleza y
su flamante arquitectura, al fin se escucha la voz, al fin se escucha tu voz,
mi voz, se escuchan todas las voces que anhelan ser descifradas, y su sonido se
revela como un único latido, tu latido, mi latido, cuyo origen es un mismo
corazón.
Si, todos surcamos
el tiempo en busca de nuestro relato, en busca de la voz que posea las respuestas a las
incertidumbres de nuestro propio destino. Viajamos en busca de respuestas
desconociendo tal vez cuáles son las preguntas adecuadas, iniciamos el viaje
ignorando los paisajes que hallamos a nuestro paso, alzamos la vista en la absurda
pretensión de descubrir qué nos aguarda al final del recorrido, ignoramos
quizás que nuestro propio relato es un afluente del destino, que cada historia
es como la vida misma, pues uno sabe como empieza pero nunca sabe como acaba.
Karen podría
hacernos entender que no existen claves para resolver el enigma pues el enigma
es en si mismo la clave de cada historia, que cada mano ha de encontrar la pluma
donde liberar su voz, que cada uno de nosotros somos dueños de nuestro propio
relato, pese a las circunstancias, pese a la adversidades y a la aspereza del
recorrido, somos dueños de un latido, somos los dueños de nuestra propia voz.
Karen alzó su voz sobre
la infinita llanura desenvainando la pluma que Denys depositó entre sus manos. Depositó
en ella su mirada, la entregó el silencio donde se escucha el alma, contempló
su historia, miró a través de cada relato desnudo y pudo ver con claridad todas
las emociones, las pasiones y los latidos que ansían ser contemplados, que
ansían la libertad.
La libertad es esa
palabra desnuda que precisa el valor para escribir, la libertad es la palabra
que se escribe sin mirar hacia el final del relato, que se escribe sin pudores,
sin temores a los juicios, o a letras que vendrán. Allá donde nos conduzca el
destino, abriremos la maleta y hallaremos el refugio, cuando desordenadas e
inquietas se esparzan todas las letras que tu pluma, que mi pluma conquistaron
juntas en cada estación. Serás al fin libre, seremos libres, al deshacernos del
miedo que causa la propia voz, porque tu libertad, mi libertad, es únicamente esa
voz.
Me pregunto que
palabras unirías para ofrecerle a Karen la primera frase de tu historia…Sin
embargo puedo escribir sin pudor cuales serían las mías:
“Erase una vez un
puñado de letras, un latido y una lagrima…”
Puede que en
definitiva eso es todo cuanto soy…
Durante este viaje
y sembrados entre los surcos escucho el latido de los versos de un poeta…Escucho
y contemplo las letras, y hallo en ellas mi voz.
En la noche que envuelve
negra como un pozo
insondable
doy gracias al Dios
que fuere
por mi alma
inconquistable.
En las garras de
las circunstancias
no he gemido, ni
llorado.
Ante las puñaladas
del azar
si bien he sangrado
jamás me he
postrado.
Más allá de este
lugar de ira y llantos
Acecha la oscuridad
con su horror.
No obstante, la
amenaza de los años
me halla, y me
hallará sin temor.
Ya no importa cuan
recto haya sido el camino
ni cuantos castigos
lleve a la espalda.
Soy el amo de mi
destino.
Soy el capitán de
mi alma.
Doy gracias al Dios
que fuere
por mi alma
inconquistable.
Soy el amo de mi
destino
Soy el capitán de
mi alma.
“Invictus” William Ernest Henley, 1875
“Se llevaba el
gramófono hasta cuando iba de safari, tres rifles, provisiones para un mes y
Mozart. El inició nuestra amistad con un
regalo, luego poco antes de lo del Tsavo me hizo otro, un regalo
increíble, la visión del mundo a través de los ojos de Dios, y yo me dije, si,
ya comprendo, así es como debe ser. He escrito acerca de todos los demás, no
porque les quisiera menos si no porque eran mas accesibles, menos complicados.
Él estaba allí esperándome, pero me he adelantado a mi historia, a él eso le
habría molestado, a Denys le encantaba escuchar un relato bien contado. Verán,
yo tenía una granja en África a los pies de las colinas de Ngong…”
-
Karen:
Me gustaría que se quedaran.
-
Berkeley:
Bien, ¿Denys?
-
Denys:
No lo se, ¿canta usted?
-
Karen:
Nunca.
-
Denys:
¿Sabrá contar un cuento?
-
Karen:
Creo que soy buena contando cuentos.
-
Denys:
Estoy convencido.
-
Denys:
Ahora debe contarnos un cuento.
-
Karen:
Cuando le contaba cuentos a mis sobrinas una de ellas tenía que inventar la primera
frase.
-
Berkeley:
¿Cualquiera?
-
Karen:
La que ustedes quieran.
-
Denys:
Era un chino errante llamado Cheng Huan que vivía en el barrio chino y una
chica llamada Shirley…
-
Karen:
Que hablaba perfectamente el chino por haberlo aprendido de sus padres que eran
misioneros. Cheng Huan vivía solo en una habitación de la calle Formosa, sobre
el farolillo azul, se asomaba a su ventana y a su pobre corazón llegaban
sonidos, extraños ecos…
-
Denys:
¿Ha estado en esos lugares?
-
Karen:
He viajado mentalmente.
-
Berkeley:
Hasta ahora.
-
Karen:
Si.
-
Denys:
¿Todo esto es ingles? Perdón ¿danés?
-
Karen: Me gustan mis cosas.
-
Denys:
¿Y cuando viaja usted mentalmente también lleva tanto equipaje?
-
Karen:
El viajero mental no necesita comer ni dormir, ni entretener.
-
Denys:
Tiene razón.
-
Karen:
Además ¿no se alegran de que haya traído mi cristalería y mi porcelana?
-
Denys:
Y sus relatos, si.
-
Karen:
Me salvo usted la vida Finch Hatton.
-
Denys:
No, se la salvó la leona yéndose
-
Karen:
Entonces no estoy en deuda con usted.
-
Denys:
Oh, pero yo si…Aquí pagamos a los que nos cuentan cuentos.
-
Karen:
Es preciosa, pero mis cuentos son gratis y su regalo demasiado caro.
-
Denys: Escriba
esos relatos.
“Denys me había dado una brújula para seguir el rumbo dijo, pero mas tarde comprendí que navegábamos con rumbos distintos, quizá él sabía aunque yo no, que la tierra fue creada redonda para que no podamos ver el final del camino”
-
Karen:
Aún tengo su brújula.
-
Denys:
¿Por qué no se la queda? Se la ha ganado. Además, no siempre quiero saber a
dónde voy.
-
Denys:
Lo revoluciona todo baronesa… ¿Hasta que punto les gustaría leer? Quiero decir
¿ya saben si les gustaría Dickens?
-
Karen:
¿No cree que deban aprender a leer?
-
Denys:
Creo que debería preguntárselo.
-
Karen:
¿Se lo preguntaron a usted cuando era niño? ¿Qué daño pueden hacerles unos
relatos?
-
Denys:
Ya tienen los suyos propios pero no están escritos.
-
Karen:
¿Y que interés tiene usted en mantenerles ignorantes?
-
Denys:
No son ignorantes y no creo que se les deba convertir en inglesitos… ¿Le gusta
cambiar las cosas verdad?
-
Karen:
Para mejorarlas espero, quiero que mis kikuyu aprendan a leer.
-
Denise:
Mis kikuyu, mi porcelana, mi granja…Demasiadas posesiones ¿no cree?
-
Karen:
He pagado un precio por todo lo que poseo
-
Denys:
Pero ¿qué posee exactamente? Aquí no somos propietarios Karen, solo estamos de
paso.
-
Karen:
¿La vida es realmente tan sencilla para usted Finch Hatton?
-
Denys:
Puede que yo le pida menos que usted.
-
Karen:
Eso si que no lo creo.
-
Karen:
¿Cree que será distinto? ¿cazar por dinero?
-
Denys:
No para los animales.
-
Karen:
¿De veras los prefiere a las personas?
-
Denys:
A veces, ellos no hacen nada sin entusiasmo, siempre es una nueva aventura,
cazar, trabajar, aparearse…Solo el hombre lo hace con desgana, solo el hombre
se cansa de hacerlo. Dice mira, yo se lo que tu sientes por mi y tu sabes lo
que siento por ti, nos entendemos bien así, acostémonos, verás lo que yo hago
por ti.
-
Karen:
¿Por qué estoy aquí?
-
Denys:
Porque yo quería que viera todo esto. Sabía que lo entendería.
“Durante
los días y horas que Denys pasaba en casa no hablábamos de las cosas
habituales, ni de mis problemas en la granja, mis deudas, mi mala cosecha, ni
de él, su trabajo o de lo que el sabia que estaba ocurriéndole a África, ni de
ninguna otra cosa insignificante y real. Vivíamos desconectados y alejados de
las cosas. Yo inventaba relatos mientras él estaba fuera, por la noche se
acomodaba esparciendo almohadones para formar un lecho frente a la chimenea y
yo me sentaba con las piernas cruzadas como la misma Shahrazade. El escuchaba
atento mis largos relatos, desde el principio hasta el final”
-
Karen:
¿Por qué tu libertad es más importante que la mía?
-
Denys:
¡No es cierto! Yo jamás he interferido en tu libertad.
-
Karen:
No, pero me está prohibido necesitarte o apoyarme en ti o esperar cualquier
cosa de ti. Soy libre de irme pero te necesito.
-
Denys:
¡No es cierto! ¿Si yo muero morirás tú? No me necesitas, tú confundes la
necesidad con la falta, siempre lo has hecho.
-
Karen:
¡Dios mio! En el mundo que tú crearías no existiría el amor.
-
Denys:
O sería el más puro y sin necesidad de pruebas.
-
Denys:
Empezaban a gustarme tus cosas.
-
Karen:
Y a mi empezaba a gustarme vivir sin ellas.
-
Denys:
Me lo has estropeado ¿sabes?
-
Karen:
¿El qué?
-
Denys:
El estar solo.
-
Karen:
(…) Últimamente me valgo de un pequeño truco. Cuando las cosas se ponen feas y
no puedo seguir adelante, intento empeorarlas más aún. Me pongo a pensar en
nuestro campamento junto al río y en Berkeley, y en la primera vez que me
llevaste en tu avioneta, ¡qué estupendo fue aquello! Y cuando veo que ya no
puedo seguir soportándolo aguanto un poco más y entonces sé que puedo soportar
cualquier cosa ¿Quieres ayudarme?
-
Denys:
Claro.
-
Karen:
Entonces baila conmigo.
Hoy
ha llegado el correo y un amigo me escrito lo siguiente:" Los masai han
informado al comisario del distrito de Ngong que muchas veces al alba y al
crepúsculo han visto leones en la tumba de Finch Hatton. Un león y una leona
llegan hasta allí y permanecen en pie o echados sobre la tumba durante largo
tiempo. Después de irte tú el terreno que rodea la tumba fue nivelado formando
una especie de terraza. Supongo que aquella elevación constituye un lugar ideal
para los leones, desde allí pueden observar toda la pradera, y el ganado y la
caza que hay en ella…”
A
Denys le gustará saberlo, tengo que acordarme de contárselo.
Durante
nuestro paseo por África es extraño comprobar que a lo largo de este viaje,
cuanto más colmamos la maleta más ligera resulta su carga…Tal vez en cada
destino, en cada descubrimiento disminuyen los pesos de la vida cotidiana, es la
suerte del viajero que puede colmar sus ansias, que en cada viaje encuentra razones con las que llenar su maleta, y en cada razón que nos impulsa a seguir
viajando, más ágiles y robustas se vuelven las alas que nos permiten el vuelo. El
color blanco se impone entre las prendas seleccionadas para acompañar a Karen
durante sus largas expediciones, donde se manifiesta la personalidad de su imagen, determinante y
con carácter como uno de sus relatos. Elegiremos la pureza del blanco
para caminar por la llanura, para enredarnos en los espesos matorrales, sin
miedo alguno a rasgarnos las vestiduras, ni a que el polvo de la tierra
emborrone los zapatos. Un estilo colonial, firme y encantador al mismo tiempo,
como los versos escritos, como el latido del viento.
Chaleco de bdba. Falda
y botas de Zara. Sombrero Panamá de H&M. Corbata de Sfera man.
Fotografías de
Esther realizadas por Raúl Sotillos Alcaraz.
Erase una vez un puñado de recuerdos envueltos en brisas de mares ajenos....
ResponderEliminarColeccionaba recuerdos, antiguas fotos y canciones, perfectamente catalogados y archivados en alas del viento del norte. Su pasado y su presente eran recuerdos y quizás, fueran también su futuro. Supo entonces que basta tan solo un recuerdo para inmortalizar a un hombre…Supo que los recuerdos eran su mejor relato…Y yo pude leerlo en sus ojos, como si de una de mis novelas se tratase.
EliminarHay una frase buenísima que parece no se tiene en cuenta, no aparece en ningún lugar y es cuando ella quiere abrir una escuela, habla con el Jefe de la tribu o del lugar y éste se niega, ella le pregunta que por que, él la responde algo así:
ResponderEliminar"por que ahora yo soy el que más sabe, pero si ellos aprenden ellos sabrán más que yo y
perderé el poder".
Muchas gracias por tu blog!!!
ResponderEliminarMe ha encantado encontrar esta reseña de tu blog. Buscaba frases de ciertas escenas ya que pude ver de nuevo la película en PALAFOX ... Gracias y no dejes de escribir
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