lunes, 16 de julio de 2012

MEMORIAS DE ÁFRICA


     Acaricio una vez más el liviano velo que tejen las horas hasta rozar el arañazo que me permita deshilachar el tiempo, y escabullirme de nuevo entre las fisuras de la mente, impaciente por descubrir la estación que nos aguarda tras burlar esa ecuación blindada que une el espacio y el tiempo.

     Tras la grieta, una puesta de sol, el cielo cobrizo y la llanura ambarina se extienden sobre el ocaso africano, en los dominios del silencio es aun más nítida la respiración del viento, y a su merced, entre murmullos, retroceden las ramas y las sombras e impera la voz de un latido. Bienvenidos a África. Tras la grieta late el corazón del mundo.

     Karen aguarda paciente el encuentro, desde la lejanía, ya adentrados en las lindes de su granja se presiente su silueta recostada en la butaca y sus ojos a punto de quebrantarse, vidriosos y enrojecidos por el ardor de los recuerdos peinan la extensa llanura en busca de las palabras y de los versos sembrados entre los surcos. Karen nos esperaba, dueña de la certeza de que todos nosotros más tarde o más temprano buscamos nuestro propio relato.

    En este lugar, en un rincón de África, Karen descifró el enigma de las letras encriptadas, impresas y encadenadas a los tejidos del alma, el enigma de la soledad de las palabras despojadas de su voz, el gemir de los renglones desprendidos por los azotes del viento, de un viento invencible que a la par de la voracidad del tiempo, todo arrasa y todo devora.
    Nos hallamos frente al misterio de los paisajes ajenos, de un cielo por descubrir y de la polvareda del camino que jamás antes recorrimos, y postrados ante la madre naturaleza y su flamante arquitectura, al fin se escucha la voz, al fin se escucha tu voz, mi voz, se escuchan todas las voces que anhelan ser descifradas, y su sonido se revela como un único latido, tu latido, mi latido, cuyo origen es un mismo corazón.

    Si, todos surcamos el tiempo en busca de nuestro relato, en busca de la voz que posea las respuestas a las incertidumbres de nuestro propio destino. Viajamos en busca de respuestas desconociendo tal vez cuáles son las preguntas adecuadas, iniciamos el viaje ignorando los paisajes que hallamos a nuestro paso, alzamos la vista en la absurda pretensión de descubrir qué nos aguarda al final del recorrido, ignoramos quizás que nuestro propio relato es un afluente del destino, que cada historia es como la vida misma, pues uno sabe como empieza pero nunca sabe como acaba.
     Karen podría hacernos entender que no existen claves para resolver el enigma pues el enigma es en si mismo la clave de cada historia, que cada mano ha de encontrar la pluma donde liberar su voz, que cada uno de nosotros somos dueños de nuestro propio relato, pese a las circunstancias, pese a la adversidades y a la aspereza del recorrido, somos dueños de un latido, somos los dueños de nuestra propia voz.

    Karen alzó su voz sobre la infinita llanura desenvainando la pluma que Denys depositó entre sus manos. Depositó en ella su mirada, la entregó el silencio donde se escucha el alma, contempló su historia, miró a través de cada relato desnudo y pudo ver con claridad todas las emociones, las pasiones y los latidos que ansían ser contemplados, que ansían la libertad.
     La libertad es esa palabra desnuda que precisa el valor para escribir, la libertad es la palabra que se escribe sin mirar hacia el final del relato, que se escribe sin pudores, sin temores a los juicios, o a letras que vendrán. Allá donde nos conduzca el destino, abriremos la maleta y hallaremos el refugio, cuando desordenadas e inquietas se esparzan todas las letras que tu pluma, que mi pluma conquistaron juntas en cada estación. Serás al fin libre, seremos libres, al deshacernos del miedo que causa la propia voz, porque tu libertad, mi libertad, es únicamente esa voz.

    Me pregunto que palabras unirías para ofrecerle a Karen la primera frase de tu historia…Sin embargo puedo escribir sin pudor cuales serían las mías:

                    “Erase una vez un puñado de letras, un latido y una lagrima…”

Puede que en definitiva eso es todo cuanto soy…

    Durante este viaje y sembrados entre los surcos escucho el latido de los versos de un poeta…Escucho y contemplo las letras, y hallo en ellas mi voz.

En la noche que envuelve
negra como un pozo insondable
doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias
no he gemido, ni llorado.
Ante las puñaladas del azar
si bien he sangrado
jamás me he postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos
Acecha la oscuridad con su horror.
No obstante, la amenaza de los años
me halla, y me hallará sin temor.
Ya no importa cuan recto haya sido el camino
ni cuantos castigos lleve a la espalda.
Soy el amo de mi destino.
Soy el capitán de mi alma.
Doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable.
Soy el amo de mi destino
Soy el capitán de mi alma.

                                                                                “Invictus” William Ernest Henley, 1875




“Se llevaba el gramófono hasta cuando iba de safari, tres rifles, provisiones para un mes y Mozart. El inició nuestra amistad con un  regalo, luego poco antes de lo del Tsavo me hizo otro, un regalo increíble, la visión del mundo a través de los ojos de Dios, y yo me dije, si, ya comprendo, así es como debe ser. He escrito acerca de todos los demás, no porque les quisiera menos si no porque eran mas accesibles, menos complicados. Él estaba allí esperándome, pero me he adelantado a mi historia, a él eso le habría molestado, a Denys le encantaba escuchar un relato bien contado. Verán, yo tenía una granja en África a los pies de las colinas de Ngong…”



-          Karen: Me gustaría que se quedaran.
-          Berkeley: Bien, ¿Denys?
-          Denys: No lo se, ¿canta usted?
-          Karen: Nunca.
-          Denys: ¿Sabrá contar un cuento?
-          Karen: Creo que soy buena contando cuentos.
-          Denys: Estoy convencido.



-          Denys: Ahora debe contarnos un cuento.
-          Karen: Cuando le contaba cuentos a mis sobrinas una de ellas tenía que inventar la primera frase.
-          Berkeley: ¿Cualquiera?
-          Karen: La que ustedes quieran.
-          Denys: Era un chino errante llamado Cheng Huan que vivía en el barrio chino y una chica llamada Shirley…
-          Karen: Que hablaba perfectamente el chino por haberlo aprendido de sus padres que eran misioneros. Cheng Huan vivía solo en una habitación de la calle Formosa, sobre el farolillo azul, se asomaba a su ventana y a su pobre corazón llegaban sonidos, extraños ecos…



-          Denys: ¿Ha estado en esos lugares?
-          Karen: He viajado mentalmente.
-          Berkeley: Hasta ahora.
-          Karen: Si.
-          Denys: ¿Todo esto es ingles? Perdón ¿danés?
-           Karen: Me gustan mis cosas.
-          Denys: ¿Y cuando viaja usted mentalmente también lleva tanto equipaje?
-          Karen: El viajero mental no necesita comer ni dormir, ni entretener.
-          Denys: Tiene razón.



-          Karen: Además ¿no se alegran de que haya traído mi cristalería y mi porcelana?
-          Denys: Y sus relatos, si.



-          Karen: Me salvo usted la vida Finch Hatton.
-          Denys: No, se la salvó la leona yéndose
-          Karen: Entonces no estoy en deuda con usted.
-          Denys: Oh, pero yo si…Aquí pagamos a los que nos cuentan cuentos.
-          Karen: Es preciosa, pero mis cuentos son gratis y su regalo demasiado caro.
-          Denys: Escriba esos relatos.


“Denys me había dado una brújula  para seguir el rumbo dijo, pero mas tarde comprendí que navegábamos con rumbos distintos, quizá él sabía  aunque yo no, que la tierra fue creada redonda para que no podamos ver el final del camino”



 
-          Karen: Aún tengo su brújula.
-          Denys: ¿Por qué no se la queda? Se la ha ganado. Además, no siempre quiero saber a dónde voy.



-          Denys: Lo revoluciona todo baronesa… ¿Hasta que punto les gustaría leer? Quiero decir ¿ya saben si les gustaría Dickens?
-          Karen: ¿No cree que deban aprender a leer?
-          Denys: Creo que debería preguntárselo.
-          Karen: ¿Se lo preguntaron a usted cuando era niño? ¿Qué daño pueden hacerles unos relatos?
-          Denys: Ya tienen los suyos propios pero no están escritos.
-          Karen: ¿Y que interés tiene usted en mantenerles ignorantes?
-          Denys: No son ignorantes y no creo que se les deba convertir en inglesitos… ¿Le gusta cambiar las  cosas verdad?
-          Karen: Para mejorarlas espero, quiero que mis kikuyu aprendan a leer.
-          Denise: Mis kikuyu, mi porcelana, mi granja…Demasiadas posesiones ¿no cree?
-          Karen: He pagado un precio por todo lo que poseo
-          Denys: Pero ¿qué posee exactamente? Aquí no somos propietarios Karen, solo estamos de paso.
-          Karen: ¿La vida es realmente tan sencilla para usted Finch Hatton?
-          Denys: Puede que yo le pida menos que usted.
-          Karen: Eso si que no lo creo.



-          Karen: ¿Cree que será distinto? ¿cazar por dinero?
-          Denys: No para los animales.
-          Karen: ¿De veras los prefiere a las personas?
-          Denys: A veces, ellos no hacen nada sin entusiasmo, siempre es una nueva aventura, cazar, trabajar, aparearse…Solo el hombre lo hace con desgana, solo el hombre se cansa de hacerlo. Dice mira, yo se lo que tu sientes por mi y tu sabes lo que siento por ti, nos entendemos bien así, acostémonos, verás lo que yo hago por ti.
-          Karen: ¿Por qué estoy aquí?
-          Denys: Porque yo quería que viera todo esto. Sabía que lo entendería.



“Durante los días y horas que Denys pasaba en casa no hablábamos de las cosas habituales, ni de mis problemas en la granja, mis deudas, mi mala cosecha, ni de él, su trabajo o de lo que el sabia que estaba ocurriéndole a África, ni de ninguna otra cosa insignificante y real. Vivíamos desconectados y alejados de las cosas. Yo inventaba relatos mientras él estaba fuera, por la noche se acomodaba esparciendo almohadones para formar un lecho frente a la chimenea y yo me sentaba con las piernas cruzadas como la misma Shahrazade. El escuchaba atento mis largos relatos, desde el principio hasta el final”



-          Karen: ¿Por qué tu libertad es más importante que la mía?
-          Denys: ¡No es cierto! Yo jamás he interferido en tu libertad.
-          Karen: No, pero me está prohibido necesitarte o apoyarme en ti o esperar cualquier cosa de ti. Soy libre de irme pero te necesito.
-          Denys: ¡No es cierto! ¿Si yo muero morirás tú? No me necesitas, tú confundes la necesidad con la falta, siempre lo has hecho.
-          Karen: ¡Dios mio! En el mundo que tú crearías no existiría el amor.
-          Denys: O sería el más puro y sin necesidad de pruebas.



-          Denys: Empezaban a gustarme tus cosas.
-          Karen: Y a mi empezaba a gustarme vivir sin ellas.
-          Denys: Me lo has estropeado ¿sabes?
-          Karen: ¿El qué?
-          Denys: El estar solo.
-          Karen: (…) Últimamente me valgo de un pequeño truco. Cuando las cosas se ponen feas y no puedo seguir adelante, intento empeorarlas más aún. Me pongo a pensar en nuestro campamento junto al río y en Berkeley, y en la primera vez que me llevaste en tu avioneta, ¡qué estupendo fue aquello! Y cuando veo que ya no puedo seguir soportándolo aguanto un poco más y entonces sé que puedo soportar cualquier cosa ¿Quieres ayudarme?
-          Denys: Claro.
-          Karen: Entonces baila conmigo.



Hoy ha llegado el correo y un amigo me escrito lo siguiente:" Los masai han informado al comisario del distrito de Ngong que muchas veces al alba y al crepúsculo han visto leones en la tumba de Finch Hatton. Un león y una leona llegan hasta allí y permanecen en pie o echados sobre la tumba durante largo tiempo. Después de irte tú el terreno que rodea la tumba fue nivelado formando una especie de terraza. Supongo que aquella elevación constituye un lugar ideal para los leones, desde allí pueden observar toda la pradera, y el ganado y la caza que hay en ella…”
A Denys le gustará saberlo, tengo que acordarme de contárselo.



    Durante nuestro paseo por África es extraño comprobar que a lo largo de este viaje, cuanto más colmamos la maleta más ligera resulta su carga…Tal vez en cada destino, en cada descubrimiento disminuyen los pesos de la vida cotidiana, es la suerte del viajero que puede colmar sus ansias, que en cada viaje encuentra razones con las que llenar su maleta, y en cada razón que nos impulsa a seguir viajando, más ágiles y robustas se vuelven las alas que nos permiten el vuelo. El color blanco se impone entre las prendas seleccionadas para acompañar a Karen durante sus largas expediciones, donde se manifiesta la personalidad de su imagen, determinante y con carácter como uno de sus relatos. Elegiremos la pureza del blanco para caminar por la llanura, para enredarnos en los espesos matorrales, sin miedo alguno a rasgarnos las vestiduras, ni a que el polvo de la tierra emborrone los zapatos. Un estilo colonial, firme y encantador al mismo tiempo, como los versos escritos, como el latido del viento.






























Chaleco de bdba. Falda y botas de Zara. Sombrero Panamá de H&M. Corbata de Sfera man.

Fotografías de Esther realizadas por Raúl Sotillos Alcaraz.

viernes, 1 de junio de 2012

Ninotchka

    El privilegio de cualquier viaje reside de alguna manera en la compañía de todos aquellos navegantes que se unen a tenor de los descubrimientos, ensamblados por el afán de contemplar el amanecer de las nuevas emociones. Nuestro viaje comenzó y continúa en París, volveremos a la estación para dar la bienvenida a una nueva pasajera que se reúne con nosotros ausente de equipaje, desconociendo aun que su maleta vacía pronto será colmada de todo cuanto necesita aprender, y de todo cuanto a su vez puede enseñarnos.

     Ninotchka, Yvanovna Yakushova, contempló por primera vez los paisajes parisinos a través de su mirada pétrea, esa mirada que amuralla los perfectos trazos de un rostro que se impone infranqueable como una fortaleza. Ninotchka contempló el París de luces y sombras que se recuesta cada noche bajo la torre Eiffel, caminó hasta Montparnasse y Montmartre, pero los azules zafiros que ocupan las cuencas de su gélido rostro, yacen opacos en su tez nívea, yacen inertes, insensibles, despojados de su inherente propiedad de brillar al reflejo de la luz.

     El corazón de Ninotchka camina entre los gruesos muros construidos de ideales y convicciones sociopolíticas, sistematiza sus pensamientos y emociones, ordena y calcula todo aquello cuanto ve o descubre, racionaliza la belleza, rigidiza la espontaneidad ,resolviendo los sentimientos como si de una ecuación matemática se tratase. Pero hasta Ninotchka olvida que la vida no es una ecuación perfecta, que a menudo, es demasiado difícil hallar los parámetros que consiguen resolverla, Ninotchka parece haber olvidado que la ecuación de la vida suele tender a infinito.

     Nuestra protagonista aprenderá durante este viaje que ninguna ideología o convicción se sustenta arrebatándole al alma su privilegio de ser libre, que al desechar las emociones volvemos la espalda a la autentica naturaleza del ser humano. Ninotchka descubrirá que los verdaderos muros que la encarcelan, tal vez no sean más que la belleza que al desesperar entre barrotes, anhela sentirse libre. Descubrirá que es vulnerable a la ternura, frágil ante la seducción, traviesa y entrañable en un juego de caricias desprovista de las ecuaciones que de forma lógica resuelvan las repentinas sensaciones, porque por primera vez Ninotchka cumplirá con la más importante de sus misiones, con el primero de sus deberes: “El deber, la misión de vivir”.

     Ninotchka aprenderá la más importante de las lecciones:” que la vida es esa eterna lección que nunca se perfecciona”, que en ocasiones la razón nos conduce a la sinrazón, que en el desorden  a veces hallamos el equilibrio, que los errores pueden ser el comienzo de un gran logro, y que la libertad emocional puede hacer triunfar a los hombres alcanzando metas maravillosas.

     Ninotchka  comprará lo que una vez consideró un ridículo sombrero, Ninotchka optará por la derrota y sucumbirá al poder de las doce en punto, vencida por la música de fondo, por la noche de París, por el amor y la pasión desconocidos hasta entonces. Descubrirá el dolor y la felicidad que provoca sentir, que provoca enamorarse de una ciudad, de un hombre o de un vestido. Se enfrentará al reto de las nostalgias, de la añoranza y de los recuerdos, hallando al fin la autentica libertad. Porque Ninotchka nos enseñará que la ardua tarea de vivir se simplifica en el propósito de sentir…Porque tal vez quién jamás haya sido derrotado alguna noche por un beso, o haya sentido el escozor de la nostalgia, de la tristeza y del dolor, no habrá sentido jamás el triunfo de la felicidad, de la alegría y del despertar. Porque tal vez, quién no haya liberado su lágrima ni derramado su risa, no habrá podido sentirse vivo del todo.

     Ninotchka ¡vivirá¡ revolverá y desordenará sus sentimientos, permitiendo que el caos entre en su fortaleza, y cuando nada quede más que vivir el momento, Ninotchka reirá y reirá, y reiremos junto a ella en una de las grandes obras maestras de todos los tiempos.

    La comedia de la vida, divertida, ingeniosa, entrañable, inolvidable…Ninotchka, Ivanovna Yakushova…Greta Garbo “La divina”.

     A Raquel y a Pilar, que derribaron los muros. A todas las Ninotchkas, a todos mis pasajeros.



Ninotchka (1939) Greta Garbo “La divina”.



-          Ninotchka: A mi solo me interesa la distancia mas corta entre estos dos puntos. ¿Es necesario que flirtee?

-          León: No estoy obligado, pero lo hallo natural.

-          Ninotchka: Absténgase

-          León: Lo intentaré.

-          Ninotchka: ¿Querría usted decirme si su acercamiento a mi es propio de la moral de este país?

-          León: Este acercamiento es el que ha hecho de París lo que es.




-          Ninotchka: ¿A qué mezclar conceptos falsos? El amor es una denominación romántica dada a un ordinario proceso biológico, mejor dicho, proceso químico, de él se han dicho y escrito muchas tonterías.

-          León: Entiendo ¿Con qué lo sustituye?

-          Ninotchka: Reconozco la existencia de un impulso natural común a todos.

-          León: ¿Qué podría hacer yo para alentar ese impulso en usted?

-          Ninotchka: No necesita hacer nada, químicamente ya simpatizamos bastante.

-          León: Es la criatura más increíble que he visto…Ninotchka, Ninotchka.

-          Ninotchka: Se repite usted.

-          León: (…) Ninotchka voy a confesarle algo, no soñé que experimentara estos sentimientos por un sargento… ¿Oye usted?

-          Ninotchka: Están dando las doce.

-          León: Es medianoche, una manecilla se junta con la otra, se besan, ¿no es maravilloso?

-          Ninotchka: Es como funciona el reloj, ¿qué tiene de maravilloso?

-          León: Ninotchka, es medianoche… ¡Medio país se dedica a hacer el amor a otro medio!

-          Ninotchka: ¿Usted cree que debe ponerse en una situación romántica para aumentar su alegría?

-          León: No se me podría ocurrir otro motivo mejor.

-          Ninotchka: Es falso sentimentalismo.

-          León: ¡Oh! Usted analiza todo hasta disolverlo y me analizaría a mí hasta disolverme, pero no la dejaré. ¡El amor no es tan sencillo Ninotchka! (…) Oh, Ninotchka, estoy seguro de que siente algún síntoma de la divina pasión, un cierto calor en las palmas de sus manos, una lasitud extraña en sus miembros, un ardor en sus labios que no es sed sino algo mil veces mas atormentador que exalta aún mas que la sed. (…) Está bien, combáteme cuanto quieras pero hazlo mañana por la mañana, nada más dulce que compartir un secreto con un enemigo.



-          León: ¿Y la vida que  Ninotchka? ¿los rusos no piensan en la vida? En el momento en que vivimos, el único que realmente es nuestro…Ninotchka, no tome las cosas tan en serio, nada vale la pena. Por favor ríndase, se lo suplico sargento…Sonría.

-          Ninotchka: ¿Qué?

-          León: ¿No sonríe?

-          Ninotchka: ¿Para qué?

-          León: Solo por el gusto de sonreír.

-          Ninotchka: ¿De qué?

-          León: De cualquier cosa, del ridículo espectáculo que es la vida, de que la gente sea tan seria, de que se porte con tanta afectación y exagere su propia importancia, y si no sabe de que reírse, ríase de usted y de mi.

-          Ninotchka: ¿Por qué?

-          León: Porque somos diferentes.




-          León: ¿Recuerdas esto?

-           Ninotchka: No recuerdo haber estado aquí nunca. ¿En quién estarás pensando?...Ah, ya lo se, en la chica del plano, calculando todos sus pasos y preocupada con el norte y con el sur (…)

-          León: ¿Lo ves? La vida es muy sencilla. (…)

-          Ninotchka: Solo son las nueve.

-          León: Es cuando París le dice al otro medio ¿qué plan para esta noche señora?

-          Ninotchka: Primero desearía quitarme el sombrero, luego oír un poco de música.

-          León: Luminosa idea, ¿radio o discos?

-          Ninotchka: No, radio no, música exclusivamente para nosotros.

-          León: Pero la pondré muy bajita porque he de decirte cosas que no se dicen en voz alta.

-          Ninotchka; León quisiera decirte una cosa que jamás hubiera imaginado que yo fuera capaz de decirla porque no creí que llegaría a sentir…Pero no logro decirla.

-          León: Bonita aptitud para un sargento.




-          Ninotchka: ¡Qué dichosa soy! ¡dichosísima! Nadie puede ser tan feliz sin recibir un castigo, y yo seré castigada y lo tendré merecido. León, yo quiero confesar.

-          León: Lo se, es el alma rusa.

-          Ninotchka: Todo el mundo quiere confesar y si no confiesa nos obligan a confesar. Soy una traidora, cuando te di aquel beso traicioné a los ideales rusos, tendrían que ponerme de cara a la pared.

-          León: ¿Eso te haría más feliz?

-          Ninotchka: Muchísimo mas.

-          León: Muy bien



Ninotchka: Ya he purgado mi falta, ahora quiero música (…) Camaradas, pueblo de todo el mundo, la revolución ya está en marcha, y ya lo se, caerán bombas y la civilización se derrumbará, pero todavía no, os lo ruego, esperad, ¿por qué correr tanto?, darnos nuestro momento, que seamos felices…Somos felices, ¿verdad León?



-          Ninotchka: Como dicen ustedes siempre aunque piensen lo contrario, encantada con su visita. Aún no tengo ese grado de civilización de modo que le ruego que se vaya (…).El amor de las personas no puede quitarse, ni el de ciento sesenta millones ni el de una, siempre que se tenga ese amor, y usted no lo tenía, por eso ha venido aquí esta mañana.



-          Los recuerdos no se censuran ¿verdad?




-          León: No me dejaban entrar y te hice salir.


Hemos desordenado la maleta de Ninotchka, esa maleta que aparentemente vacía guardaba mucho más de lo que su peso parecía indicar, y una vez deshecha, entre el caos provocado por los nuevos descubrimientos de nuestra invitada pasajera, hemos hallado un estilo que torna de la sobriedad a la femineidad. El eterno y perfecto tándem “el blanco y negro”, la luz y la sombra, la noche y el día, claridad y oscuridad son los tonos seleccionados en esta ocasión para recibir a Ninotchka. Dos prendas sencillas, una blusa y una falda, ágiles y vaporosas, la imprescindible boina negra que corona el estilo parisino y ese toque masculino en los zapatos que resaltará aún mas la personalidad femenina del conjunto elegido. ¿Un estilo austero quizá? ¿Demasiado sobrio o formal?...No puede que tras el caos hayamos conseguido que la imagen de nuestra querida Ninotchka se convierta en esa eterna imagen parisina, chic, elegante y llena de sensualidad.






















Blusa y falda, ambas de Zara. Boina de H&M. Zapatos de Asos.


Fotografías de Esther realizadas por Raúl Sotillos Alcaraz.