miércoles, 25 de abril de 2012

Bon Voyage

     En una ocasión, bajo el amparo del paraguas que solo otorga la experiencia, alguien me dijo que las decisiones son únicamente el producto, el resultado del devenir de los acontecimientos, que los futuros caminos de nuestra vida, tal vez no sean más que la consecuencia de los pasos recorridos, de los hechos transcurridos y del mandato inapelable de nuestro propio destino.

     Aquellas palabras sin duda escribieron un acontecimiento en mi historia y me otorgan la certeza de que no fue una decisión furtiva la que me empujó hasta la estación desde la cual parte el tren para iniciar este viaje. Han sido mil horas, mil circunstancias, demasiados acontecimientos los que me sitúan aquí, y  decidida a obedecerles siento que el reloj de la estación al fin señala su hora, la hora en punto, la de partir.

     El comienzo es un recuerdo, un fotograma de mi propia infancia, una de esas hermosas y añosas imágenes que la mente colorea en blanco y negro en un arrebato de nostalgia, en esa imagen, en esa fotografía desteñida por el tiempo, contemplo una vez más a mi padre deambulando  entre sus telas…Aquella extensa mesa difícil de abarcar con un único vistazo, cubierta de rollos de papel y patrones, y sobre ella sus manos ágiles al desplazar la tiza, firmes en el manejo de aquellas enormes tijeras, dotadas de esa inusual destreza que únicamente concede la pasión por el trabajo. Hubiese sido inevitable no respirar su pasión y permanecer impasible ante su  inquietud  por la moda, por lo que no tardé en hallar allí, bajo telas y patrones otro de mis acontecimientos.

     Iniciaré este viaje, esta impredecible travesía sin más propósito que el descubrimiento, con ese extraño cosquilleo  que las nuevas experiencias nos provocan despertando nuestros ímpetus, donde poder difuminar algunas de mis grandes pasiones, porque el arte, sea cual sea la forma en que decida manifestarse se alimenta de la emoción, de la inspiración y de la belleza, allá de donde provengan.

     He contemplado la moda a través del tiempo, a través de los estelares escaparates de las grandes pasarelas, fascinada  por la maravillosa costura que durante años el cine ha expuesto en mi colección de clásicos inolvidables, míticos y eternos como aquel amanecer vestido de negro por Givenchy, capaz de estar en perfecta armonía con una bolsa de croissants y el lujoso escaparate de Tifanny…Porque aunque ninguna de nosotras seamos Audrey Hepburn, en algún momento de nuestra vida hemos participado de ese sueño de elegancia…Porque tal vez, Desayuno con Diamantes no es tan solo una película.

     He descubierto el arte de la elegancia y de la creación en cotidianos rincones, en todas aquellas mujeres que ataviadas con un estilo propio afirman que la inspiración no depende de altos precios ni de elevados costes, que la creatividad, la innovación y la pasión por experimentar nos ofrecen la posibilidad de renovarnos, de liberarnos, de redescubrirnos y de seguir viajando.

     No, definitivamente el arte de la creación no se adquiere en unos grandes almacenes, y no es mi afán convertirme en la inspiración que decida el rumbo de este viaje, mi propósito es que cada mujer que desee embarcarse encuentre en esta ruta la emoción y la diversión de alimentar su creatividad y su estilo propio.

    Partir, y hacerlo por primera vez con la maleta deshecha, con todas aquellas prendas que componen nuestro fondo de armario, mimando cada complemento, cada detalle, y seleccionando las nuevas adquisiciones que nos adentran en ese infinito mundo de texturas y colores, donde se nos ofrece un lugar para nuestro pequeño atelier.

    No deseo predecir o anticiparme a cada una de las aristas del mapa del recorrido, pues espero que este viaje sea también mi sorpresa y un grato descubrimiento, porque puede que  sea cierto que en ocasiones no será mi pluma quien escriba mis palabras, tal vez, solo tal vez, sean los acontecimientos que anuncian el despertar.

     No obstante y ya que ha partido el tren, debo anunciaros que será París nuestro próximo destino, nos encontraremos en la estación tras un pequeño viaje en el tiempo, transcurrida la media noche, cuando las manecillas del reloj dejen atrás la hora bruja, estará la inspiración…Bon Voyage


                                                                                                                                               Esther