En una ocasión, bajo el amparo del paraguas
que solo otorga la experiencia, alguien me dijo que las decisiones son únicamente
el producto, el resultado del devenir de los acontecimientos, que los futuros
caminos de nuestra vida, tal vez no sean más que la consecuencia de los pasos
recorridos, de los hechos transcurridos y del mandato inapelable de nuestro
propio destino.
Aquellas palabras sin duda escribieron un
acontecimiento en mi historia y me otorgan la certeza de que no fue una
decisión furtiva la que me empujó hasta la estación desde la cual parte el tren
para iniciar este viaje. Han sido mil horas, mil circunstancias, demasiados
acontecimientos los que me sitúan aquí, y decidida a obedecerles siento que el reloj de
la estación al fin señala su hora, la hora en punto, la de partir.
El comienzo es un recuerdo, un fotograma de
mi propia infancia, una de esas hermosas y añosas imágenes que la mente colorea
en blanco y negro en un arrebato de nostalgia, en esa imagen, en esa fotografía
desteñida por el tiempo, contemplo una vez más a mi padre deambulando entre sus telas…Aquella extensa mesa difícil
de abarcar con un único vistazo, cubierta de rollos de papel y patrones, y
sobre ella sus manos ágiles al desplazar la tiza, firmes en el manejo de
aquellas enormes tijeras, dotadas de esa inusual destreza que únicamente
concede la pasión por el trabajo. Hubiese sido inevitable no respirar su pasión
y permanecer impasible ante su inquietud por la moda, por lo que no tardé en hallar
allí, bajo telas y patrones otro de mis acontecimientos.
Iniciaré este viaje, esta impredecible
travesía sin más propósito que el descubrimiento, con ese extraño cosquilleo que las nuevas experiencias nos provocan
despertando nuestros ímpetus, donde poder difuminar algunas de mis grandes
pasiones, porque el arte, sea cual sea la forma en que decida manifestarse se
alimenta de la emoción, de la inspiración y de la belleza, allá de donde
provengan.
He contemplado la moda a través del tiempo,
a través de los estelares escaparates de las grandes pasarelas, fascinada por la maravillosa costura que durante años
el cine ha expuesto en mi colección de clásicos inolvidables, míticos y eternos como
aquel amanecer vestido de negro por Givenchy, capaz de estar en perfecta
armonía con una bolsa de croissants y el lujoso escaparate de Tifanny…Porque
aunque ninguna de nosotras seamos Audrey
Hepburn, en algún momento de nuestra vida hemos participado de ese sueño de
elegancia…Porque tal vez, Desayuno con Diamantes no es tan solo una película.
He descubierto el arte de la elegancia y de
la creación en cotidianos rincones, en todas aquellas mujeres que ataviadas con
un estilo propio afirman que la inspiración no depende de altos precios ni de
elevados costes, que la creatividad, la innovación y la pasión por experimentar
nos ofrecen la posibilidad de renovarnos, de liberarnos, de redescubrirnos y de
seguir viajando.
No, definitivamente el arte de la creación no
se adquiere en unos grandes almacenes, y no es mi afán convertirme en la
inspiración que decida el rumbo de este viaje, mi propósito es que cada mujer
que desee embarcarse encuentre en esta ruta la emoción y la diversión de
alimentar su creatividad y su estilo propio.
Partir, y hacerlo por primera vez con la
maleta deshecha, con todas aquellas prendas que componen nuestro fondo de
armario, mimando cada complemento, cada detalle, y seleccionando las nuevas
adquisiciones que nos adentran en ese infinito mundo de texturas y colores,
donde se nos ofrece un lugar para nuestro pequeño atelier.
No deseo predecir o anticiparme a cada una
de las aristas del mapa del recorrido, pues espero que este viaje sea también
mi sorpresa y un grato descubrimiento, porque puede que sea cierto que en ocasiones no será mi pluma
quien escriba mis palabras, tal vez, solo tal vez, sean los acontecimientos que
anuncian el despertar.
No obstante y ya que ha partido el tren,
debo anunciaros que será París nuestro próximo destino, nos encontraremos en la
estación tras un pequeño viaje en el tiempo, transcurrida la media noche,
cuando las manecillas del reloj dejen atrás la hora bruja, estará la
inspiración…Bon Voyage